Para mi padre fui hijo, hija, él, ella, ello
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Mi padre y yo estábamos en Starbucks aproximadamente un año después de que él supiera que tenía alzhéimer cuando me miró de arriba abajo con su ojo de juez y le dijo al barista: “Este, ejem… hombre quiere un latte”. Me reí, sin saber si estaba bromeando. Hasta ese momento, siempre había sido su hija.Es cierto que nunca había sido una hija típica. Cuando era más joven fui una niña poco femenina, o lo que Larry David llamaría más tarde “pre-gay”. Llevaba el pelo corto y despeinado, y vestía la ropa usada de mi hermano mayor; la gente solía pensar que era su hermano pequeño. De mayor me seguían confundiendo con un hombre cisgénero. Me han llamado “señor” más veces de las que puedo contar, lo cual, francamente, nunca me ha importado. Por lo general, me ha complacido que la gente me considere varón, incluso antes de mi reciente cirugía de reconstrucción de tórax y de las dosis bajas de testosterona que empecé a tomar hace unos años. Pronto se hizo evidente que mi padre no brome